sábado, 5 de enero de 2013

LEA LA HISTORIA, IMBÉCIL


Hasta los párvulos de antaño sabían esta historia que ignora el ido que aquí señalamos, 


A BOCAJARRO 2



            No me ando por las ramas; le estoy llamando imbécil a don Luís Naranjo, director general de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía. No es injuria  el apelativo  (lean el diccionario), y menos  en este caso  que me limito a constatar y, a resultas de ello,  dar fe con hechos  incontrovertibles sobre la ostentosa indigencia intelectual que denota el político aquí mentado con sus ocurrencias historiológicas, como la aberrante Memoria Histórica que es un  embuste desde el primer renglón al último. ¡Ojú, ojú, ojú que clase de tocayos nos gobiernan!

            Gente de este pelaje político tienen hastiado  ya hasta el bostezo al paisanaje. Por regla general son  disidentes del aprendizaje de los palotes y las cuatro reglas, por lo  que han encajado perfectamente en  la  política desde la que, pagados del mandillo,   adoptan ínfulas de letrados y “prácticos”  en temas historiológicos.  Ostentan  mando propiciado por  los apaños postelectorales con los llamados partidos "visagras",   hadas madrinas de los que   no han sido capaces de ganar en buena lid, a cambio, eso sí, de una suculenta tajada de mando o, de lo que sea la tajada; todo a lomos de las putas listas electorales que hacen que  lo que a boca llena llamamos democracia no lo sea en absoluto.


            Este de marras, prevalido del carguillo adventicio que le da  mando para  conmemoraciones de la cosa  histórica, que él, y otros, bastardean a tenor de su sectarismo con visos  patológicos, en lo que no está sólo, ha tenido la ocurrencia hilarante de prohibir (para no contrariar a los islámicos que residen y viajan por España, alega el gachó)  nada más y nada  menos, que la celebración en Granada del enésimo aniversario de la batalla que dio lugar a la  reconquista de dicha capital del reino nazarí, ya descompuesto de antes,  por los Reyes Católicos, y que ya empezó a conmemorarse  al siguiente año del suceso (1.492) --este hito supuso en España el triunfo de la cruz, y fue, y es,  levadura de la civilización occidental--. Victoria, sobre  la media luna islámica cuya praxis histórica pretérita fue brillante sólo una pequeña parte de su pervivencia en España, pero que, hoy, ya nos dicen día a día los medios de todo signo a donde ha llevado a la mayor parte de las pueblos en que mandan, especialmente en África. Si los Reyes católicos por fin  tras ocho siglos de lucha por reconquistar las hispanas  tierras invadidas, no termina echándolos, a saber como viviríamos hoy. Elocuentes ejemplos no faltan.

            La toma de Granada tiene un más amplio sentido que el meramente militar y político cual entienden hoy unos "esnortaos" este noble arte: Supuso el final de ocho siglos de dominio musulmán tras su invasión de  España en virtud de sendas monumentales traiciones  de lesa patria; la del Conde don Julián y la del Obispo de Sevilla, Oppa, quienes por odios muy personales al Rey Visigodo, don Rodrigo (cuñado de ambos que eran hermanos), se unieron  a los islamitas asentados en el Norte de África,  induciéndolos a invadir España,  su propia patria.  Invasión que se inicia con la derrota de Don Rodrigo en la batalla de Guadalete (Barbate), quien experimentó la inmensa amargura  de ver como sus  cuñados con sus poderosas  huestes luchaban   al lado de la morisma, y fueron  causa real  de la derrota del cristiano rey, cuyo fin personal constituye uno de los grandes misterios de la historia.
           
            Daría este tema para más amplio comentario historiológico sobre este trascendente hito de nuestro devenir. Posiblemente, el mandamás  de marras, que encima desconoce el fondo de los hechos históricos y, por ende,  el sentido de sus conmemoraciones, proponga como alternativa al grandioso episodio de la reconquista de Granada (de ahí partió simultáneamente la gesta colombina que tanta gloria, pese a quien pese, dio a España)  la Batalla de Guadalete, o de Barbate o, como coño crea este retorcido que debemos llamarla ahora según su  román marxistoide.

             Al mentado político se le ve la influencia de su nefasto alto jefe, Rodriguez Zapatero, del que a continuación insertamos una carta dirigida en 1.977 a su adlater de allende el océano, Fidel Castro.

             De imbéciles consuetudinarios está España bien surtida en todos los estamentos de la política. Y de no pocos ladrones de tomo y lomo, o, ¿acaso miento?.


                                                                  Firman: F.B.L, y, el SOCIO "X"

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Sólo un descerebrado estulto y traidor a su patria, escribiría esta carta a otro tal como Fidel Castro. Juzgue quien leyere. El texto de la carta de Zapatero fue publicado y, entrecomillado para que no quepa dudas de su autoría..



            

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